Omnis homines, patres conscripti, qui de rebus dubiis consultant, ab odio, amicitia, ira atque misericordia uacuos esse decet. Haud facile animus uerum prouidet, ubi illa officiunt, neque quisquam omnium lubidini simul et usui paruit.
Salustio. De coniuratione Catilinae, LI (traducción en la entrada)
No quería volver más sobre este despropósito, pero el Sr. Sánchez ha vuelto a escribir otra epístola (parece que le ha gustado el género), esta vez a sus correligionarios, y no he podido evitar recordar lo que preferiría tener más que olvidado.
Se cumple hoy la semana de un suceso que ha sacudido primero y desconcertado después las voluntades e inquietudes de los ciudadanos. Un suceso que el término más favorable para calificarlo, según mi opinión, es “exótico”. Quiero decir que se mire por donde se mire se ve fuera de lugar, poco serio e impropio de una persona que pretende dirigir los destinos de un país. Esa sensibilidad dolida, ese monacal apartamiento, esa alusión a la meditación y esa epistolar demanda al solidario llanto de los ciudadanos, no podían amparar ni justificar unas medidas ─tan teatralmente expuestas─ que primero no son justas ─califican y tratan despectivamente a todos los ciudadanos menos a los que alimentan las filas de sus incondicionales─, segundo embarran y condenan sin justificación toda opinión contraria a su sectaria ortodoxia y tercero amenazan y persiguen a dos pilares fundamentales de la democracia: la libertad de expresión y la independencia de la justicia.
En el Libro LI de La conjuración de Catilina, recoge Salustio el discurso de Julio César que alecciona espléndidamente a los senadores sobre cómo debe uno conducirse ante las decisiones políticamente graves. Trataban los padres conscriptos de la posible condena a los conspiradores apresados. Las palabras de César, nada más empezar su disertación, dejan bien claro lo que no debe hacerse cuando hay que decidir seriamente: “Todos los hombres, oh senadores, que tienen que pronunciarse sobre casos dudosos, deben estar despojados de odio, amistad, cólera o compasión. No es fácil que un espíritu dominado por tales sentimientos discierna bien la verdad, ni jamás hubo nadie que sirviera al mismo tiempo a sus pasiones y al verdadero interés.” Vamos, que si uno está confuso al tomar una decisión, debe alejarse de las pasiones, del odio, del amor, de la ira… porque así no es posible discernir la verdad. Señor Presidente, esto no es lo que usted hizo; por eso sus medidas, nacidas de una sensibilidad profundamente enamorada, huelen tanto a menosprecio, cólera y resentimiento.
Quizá nuestros dirigentes tendrían que leer más ─o algo─ a los clásicos. Pero esto es impensable. De entrada, la política de los ministerios de educación lleva años persiguiendo a aquéllos (últimamente no sólo a éstos). Tal vez resulten molestos. Lo gracioso es que hace años, muchos años, un ministro del franquismo (José Solis) pasó a la posteridad encadenado a una frase que debería entusiasmar a estas mentalidades hoy progresistas: “Más deporte y menos latín; porque ¿para qué sirve hoy el latín?”
¡Dios los cría…!
Ay Antonio, que hastío y al mismo tiempo que preocupación suscita toda está política.
ResponderEliminarEvidentemente, Susi… Evidentemente.
EliminarDesde luego veo poco probable que el ciudadano Sánchez frecuente a los clásicos, excepción hecha de Maquiavelo, claro está. Tampoco parece que lea a pensadores más próximos en el tiempo y estoy pensando en Marcuse y en su denuncia del pensamiento único. Cuando un político tiene que recurrir al chantaje emocional para seducir a las masas, es que esta políticamente muerto. Todos los enfermos, cuando están desahuciados, insisten en que están mejor que nunca. Pues eso. Un saludo y gracias por el comentario, acertado y bien expuesto.
ResponderEliminarPara comentario acertado y bien expuesto, el tuyo, o “el suyo”, que con esto del anonimato siempre temo patinar (y a veces hasta lo hago). Es evidente que el pensamiento único tiene un norte evolutivo inevitable, que es el no-pensamiento. La crispación actual viene de la agitación de elementos irracionales y viscerales, a lo que bien te (o se) refieres. Del “más deporte y menos latín” hemos pasado al “más víscera y menos idea”. Por eso se argumenta tan poco y se insulta tanto. Lo que, por cierto, gusta mucho a este gobierno que tiene auténticos especialistas, ministrados incluso, ejerciendo esa política hooligan en las redes.
EliminarEn fin muchas gracias por la atención de sus (o de tus) palabras.
Un saludo