Omnis homines, patres conscripti, qui de rebus dubiis consultant, ab odio, amicitia, ira atque misericordia uacuos esse decet. Haud facile animus uerum prouidet, ubi illa officiunt, neque quisquam omnium lubidini simul et usui paruit. Salustio. De coniuratione Catilinae , LI (traducción en la entrada) No quería volver más sobre este despropósito, pero el Sr. Sánchez ha vuelto a escribir otra epístola (parece que le ha gustado el género), esta vez a sus correligionarios, y no he podido evitar recordar lo que preferiría tener más que olvidado. Se cumple hoy la semana de un suceso que ha sacudido primero y desconcertado después las voluntades e inquietudes de los ciudadanos. Un suceso que el término más favorable para calificarlo, según mi opinión, es “exótico”. Quiero decir que se mire por donde se mire se ve fuera de lugar, poco serio e impropio de una persona que pretende dirigir los destinos de un país. Esa sensibilidad dolida, ese monacal apartamiento, esa alusión a la meditación y
Hoy ha sido un día triste. Nunca pensé que la estupidez pudiera provocar tristeza. Los estados de ánimo subyacentes a aquélla suelen ir de la conmiseración a la carcajada. En el circo las extravagancias del augusto la provocan. Pero tristeza... No. Jamás imaginé tal posibilidad. Verdad es que el tópico habitual del payaso lo describe como un personaje cuyo oficio de bufón oculta alguna personal tragedia. Eso transforma su risa y escenificada torpeza en voluntad de felicidad hacia los otros pese a las calladas lágrimas por sí mismo. Un poco cursi decirlo así, lo entiendo; pero es que el día, amén de tristeza, ha tenido un no sé qué de ñoña cursilería. Y todo se pega, claro. Ignoro si la rara atmósfera emocional que se ha respirado este jueves tiene que ver con el cambio climático. La verdad es que no me extrañaría en absoluto. Desde luego, algo pasaba porque todas las calles de mi pueblo olían a tristeza y, empalagosamente, a narciso. Y tampoco lo entiendo: en la mía no hay más flo