Hoy ha sido un día triste. Nunca pensé que la estupidez pudiera provocar tristeza. Los estados de ánimo subyacentes a aquélla suelen ir de la conmiseración a la carcajada. En el circo las extravagancias del augusto la provocan. Pero tristeza... No. Jamás imaginé tal posibilidad. Verdad es que el tópico habitual del payaso lo describe como un personaje cuyo oficio de bufón oculta alguna personal tragedia. Eso transforma su risa y escenificada torpeza en voluntad de felicidad hacia los otros pese a las calladas lágrimas por sí mismo. Un poco cursi decirlo así, lo entiendo; pero es que el día, amén de tristeza, ha tenido un no sé qué de ñoña cursilería. Y todo se pega, claro.
Ignoro si la rara atmósfera emocional que se ha respirado este jueves tiene que ver con el cambio climático. La verdad es que no me extrañaría en absoluto. Desde luego, algo pasaba porque todas las calles de mi pueblo olían a tristeza y, empalagosamente, a narciso. Y tampoco lo entiendo: en la mía no hay más flor que una pequeña excavadora abriendo zanjas del Canal de Isabel II con un olor de más pobre metáfora.
Hoy ha sido un día triste, sí ─un día de bufones estúpidos─, un día que, sin embargo, no se merece la belleza dramática de Canio que, al cabo, le dedico.
Luciano Pavarotti. I Pagliacci. R. Leoncavallo
25 abril 2024
Querido Antonio: Comparto tu tristeza. Quizá con un punto de enfado, otro de indignación y por añadidura, vergüenza. Vergüenza de de ver y escuchar como los medios de desinformación y los piquetes de apoyo al amado líder se tornan en plañideras. Nunca he pensado otra cosa: entre Putin, Maduro , Pedro y alguno más que dejo voluntariamente en el olvido hay peligrosas identidades y comuniones. Una vez más, gracias por tu acertadíimas entradas. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Félix, por tu compañía y tus palabras. Sobra decir que contigo comparto yo esos puntos de enfado, indignación y vergüenza. Y es que duele, duele la plural autohumillación, duele el estado de enajenada servidumbre bajo el que muchos se arrastran a los pies de un anacrónico y quejoso faraón. Me parece que a algunos de nosotros lo único que nos dejan ya es la tristeza.
EliminarUn fuerte abrazo
Esta decisión sin ser decisión, por el momento, como un niño con una pataleta es del todo esperpéntica que no produce más que tristeza, indignación y una gran preocupación al poner al país en una situación como la que estamos viviendo.
ResponderEliminarAllá quien lo haya elegido para que gobierne el país, que cada cual asuma su responsábilidad.
Una buena entrada, Antonio
Un beso
Esta decisión, Susi, está más que tomada. Todo lo demás es una representación patética y, por consecuencia, un insulto al ciudadano.
EliminarGracias por tu leal visita.
Un beso
Pues a mí me da la risa, qué le vamos a hacer! Y es que no es para menos. No deja de ser llamativo ver a algunos individuos hacer el ridiculo de forma tan ostentosa. Algunos, los menos, tienen la grandeza como destino, otros nos esforzamos en ser honestos y, por último, tenemos a los fariseos de toda la vida. Lo malo es que tal y como van las cosas, da la sensación de que son ellos y no los justos los que heredarán la tierra. Pero si lo que pretenden es amargarme la vida, lo tienen claro. Un saludo.
ResponderEliminarPues,querido Antonio, si el jueves era triste, hoy es tenebroso. Un beso
ResponderEliminarMuy grata visita, Cupi, aunque sea sobre horizontes tan poco gratos. Como bien dices, “tenemos a los fariseos de toda la vida”; y es que el fariseísmo es mundanamente intemporal. No hay pues que extrañarse de que hereden el reino de su hipocresía de generación en generación. Visten diferente, hablan parecido, pero son los mismos “sepulcros blanqueados”: “lucen hermosos pero están llenos de huesos muertos…”
EliminarUn beso
Una cosa es que prefiera el anonimato, que en mi caso es una opción mitad ética mitad estética, y otra que me confundan con otra persona. Con el perdón de Cupi, a quien no tengo el placer de conocer. En fin, otro motivo más para estar de buen humor a pesar de la que está cayendo. Un saludo.
ResponderEliminarPues, perdón por la confusión. Los dos comentarios aparecían juntos en el correo con la misma fecha y pensé que eran de la misma persona, que había olvidado identificarse. Como “no hay mal que por bien no venga”, me alegro de que mi error al menos proporcione un motivo más para su (o tu) buen humor… “a pesar de la que está cayendo”.
EliminarUn saludo