Ir al contenido principal

Entradas

Perder el tiempo

  Intenté cerrar este rincón el otro día, pero últimamente se oye cada cosa que es imposible aguantar en estoico silencio.     Fueron cuarenta y cuatro años de maravilloso esfuerzo. Trabajé envejeciendo de juventud, que es lo que nos pasa a todos los que un día entramos en un aula llena de niños, púberes, adolescentes, jóvenes... y nos quedamos. Reí con ellos, sufrí con ellos y padecí también por ellos. Pero sobre todo aprendí de ellos; probablemente más de lo que nunca yo llegué a enseñarles. Y jamás pensé que estaba perdiendo el tiempo. Cuando un trabajo se desempeña con honestidad es imposible pensar tal cosa. Y un trabajo es honesto cuando cumple consigo mismo, es decir cuando lo que en él se pretende es lo que con él se hace. Si tal cumplimiento es ajeno a su ejercicio, entonces sí, entonces quien está en tesitura semejante dirá con razón que su trabajo es una “pérdida de tiempo”. Está conclusión es terrible. Sobre todo si la exhibe un político (o “política”) c...
Entradas recientes

La imaginaria del alma

Fue un soneto en las últimas entradas (febrero de 2008) de aquel entrañable blog que fue para mí “Al atardecer”. La alerta en la oscuridad, la vigilia del alma durante el sueño de todas las almas, se acabó convirtiendo en el también título y empeño de este segundo blog.   Una imaginaria, en la acepción militar del término, es, según razón de la RAE, la “vigilancia que se hace por turno durante la noche en cada dormitorio colectivo”. Es un servicio sin armas, casi paternal, que atiende las inquietudes y quebrantos de los durmientes. Ese modesto servicio fue el que pretendió ejercer el soldado raso de mi alma en la noche de todas las demás. Digamos, parafraseando a Nietzsche, que este blog nació queriendo ser   “para todos” y, al cabo de diecisiete años, murió siendo “para nadie” (o casi nadie, para ser plenamente justos). Es ley de vida que ni discuto ni lamento, entre otras cosas porque con los años se aprende que la realidad es efectivamente real. Quiero, no obstante, aca...

Una rosa en el cementerio de las preguntas

  Hay demasiadas respuestas. Demasiadas. Para las cosas, para su gente, para los hombres, para sus nortes… Hay inflación de respuestas –desmesuradas, excesivas–. Por aquí, por allá, por doquier… Por donde sea siempre hay alguien amartillando una argucia para matar una pregunta. Y enterrarla después… O incinerarla y esparcir sus cenizas bajo el silencio y la noche. Tengo que visitar el cementerio de las preguntas y dejar una rosa a los pies de su memoria; una rosa de ésas que confunde la tierra y cree nacer en mayo mientras ocurre noviembre. Tengo que murmurar una oración sin nadie para que no se me mueran del todo las preguntas; o se me diluyan en precarias respuestas que no son las que ellas se merecen. Porque una pregunta siempre cree en un sueño, como el mayo que no es y confunde a la rosa. La respuesta, sin embargo, no es más que la niebla fría que sucede en noviembre. Recuperado de noviembre de 2010

Sonrisa por soleares

  No quiero escribir (de hecho no voy a hacerlo). Esto no es más que la recuperación nostálgica de unas pobres soleares que, como más abajo puede verse, han cumplido ya más de tres lustros. Si hoy escribiera, sería incapaz de centrarme en tan amables galanterías. No están los palabras para ternuras tales. Las palabras de hoy son palabras de ira, de soberbia, de rabia, de mezquindad, de mentiras. Las palabras de hoy llagan la boca al decirse. Por eso no quiero escribirlas, aunque no importe a nadie que lo haga o deje de hacerlo. Han podrido mi tierra y mi alma, aunque a nadie le importe lo que fueran mi alma y mi tierra. No quiero escribir (de hecho no voy a hacerlo). Pero aún sigo vivo, aún sigo velando el sueño de amables y viejas palabras en la imaginaria de mis noches. Cada vez que te sonríes, mira tú lo que me pasa: se mueren las ganas tristes; ganas que son de no hacer las cosas como Dios manda ni de quererme querer. Corona tu risa al día para que no se m...

Puertas al alma

  Deberíamos disponer todos de una pequeña puerta en el alma por la que poder escapar, de vez en cuando, de nosotros mismos. Hace algunos años, ante mi confesada debilidad por el platonismo , un alumno me pregunt ó con cierta sorna que si yo creía eso de que el alma abandonaba el cuerpo para irse a contemplar las ideas. Con una sonrisa le respond í que no era eso exactamente. Y no lo es, desde luego. Lo que, sin embargo, muchas veces lamentamos, mientras estamos vivos, es no poder darnos unas vacaciones de este prometeico yo que nos define; poder holgar de nosotros sin nosotros; despojarnos de la preocupación, del compromiso, del dolor, del supremo esfuerzo que tenemos que hacer para levantarnos el alma cada día y seguir sonriendo como si tal cosa. Dios me libre de psicólogos, psiquiatras y demás psicoloquesea . Si alguno se cruzara por estos apuntes, diría que esa puerta se llama enajenación y que cuanto digo son síntomas de un estado predepresivo (¡o presic ótico! ) de preocup...

El espejo

 No tengo ganas ya de filosofías de andar por casa ni de lamentos de cuarto de estar al amparo de la nostalgia. No tengo ganas de buscarle tres pies al alma; lo que, además, es una idiotez porque desde Platón sabemos que lo que tienen las almas son alas y no pies. Por no tener, no tengo ganas ni de no tener ganas. Así que el resto de este apunte sobra. Porque voy a empezar a decir tonterías. De hecho, ya he empezado.  Por ejemplo: me preocupa la cara de escepticismo que se le pone al espejo por las mañanas cuando me afeito. Como sigamos así, voy a dejar de afeitarme. Los interlocutores de azogue no tienen derechos de propiedad sobre las autoflagelaciones de uno; nada se ha publicado al respecto, lo que, en tiempos tan proclives al reconocimiento de aquéllos, me autoriza legalmente a afeitarme de espaldas; incluso a no hacerlo.  Por ejemplo: el ejemplo anterior nada tiene que ver con aquello que yo veo en el espejo. Lo que me inquieta es aquello que ve el que me ve; el otr...

Leer el pasado, barrer nuestra torpeza

  Omnis homines, patres conscripti, qui de rebus dubiis consultant, ab odio, amicitia, ira atque misericordia uacuos esse decet. Haud facile animus uerum prouidet, ubi illa officiunt, neque quisquam omnium lubidini simul et usui paruit. Salustio. De coniuratione Catilinae , LI (traducción en la entrada) No quería volver más sobre este despropósito, pero el Sr. Sánchez ha vuelto a escribir otra epístola (parece que le ha gustado el género), esta vez a sus correligionarios, y no he podido evitar recordar lo que preferiría tener más que olvidado. Se cumple hoy la semana de un suceso que ha sacudido primero y desconcertado después las voluntades e inquietudes de los ciudadanos. Un suceso que el término más favorable para calificarlo, según mi opinión, es “exótico”. Quiero decir que se mire por donde se mire se ve fuera de lugar, poco serio e impropio de una persona que pretende dirigir los destinos de un país. Esa sensibilidad dolida, ese monacal apartamiento, esa alusión a la meditaci...