No es una expectativa real; con toda probabilidad, tampoco posible. Pero soltemos la imaginación, que para eso está.
Los días especiales son por algo y son para algo. El “por” viene obligado por un acontecimiento singular, que ocurre una vez con periodicidad más o menos larga, incluso sin ella. Puede ser un cumpleaños, un aniversario, la llegada de la primavera o cualquier otra cosa que suceda con dilatada excepcionalidad o solitaria frecuencia. Estos rasgos son los que arrastra su “para”, que es el conjunto de celebraciones con que se rinde homenaje al evento que corresponda.
Los “días de”, hogaño tan copiosos, carecen de ese modificador de la excepcionalidad. No celebran nada que no sea tristemente habitual y común. En realidad, no son más que la colada cotidiana de la mala conciencia que tenemos. Echamos la ropa del medio ambiente, del cáncer, del sida, del niño, del hambre, del árbol, del agua y un larguísimo etcétera en la lavadora del remordimiento. Añadimos unas gotitas del suavizante perfumado, marca “mundial”. Lo ponemos a secar al sol de los medios de comunicación y… ya está: la muda limpia para el día siguiente. Como el vestuario de nuestras miserias es variadísimo, podemos salir impecables, con declarada elegancia y doméstica higiene, cada veinticuatro horas. De este modo, nos decimos, podemos tomar conciencia de lo mal que huele nuestro vestuario.
A mi me parece que sería más decente tirar la ropa sucia al estercolero del olvido y querer acabar realmente con tanta tristeza, tanta miseria, tanto dolor, tanta iniquidad.
Desde luego, no son todos, pero conozco a muchísimos que sólo piensan en algo cuando toca. Si no fuera así, hace tiempo que sólo celebraríamos un día fastuoso: el “Día mundial en que los hombres decidieron ser justos”. Y eso sí sería un acontecimiento digno, una histórica excepcionalidad.
Magnífica la imagen de la "lavadora del remordimiento", como todo el texto.
ResponderEliminarGracias, Julio. Por cierto, a ver si alguna vez volvemos a celebrar aquella “Semana grande” de julio del 73. Para mí fue, desde luego, otra "histórica excepcionalidad".
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Y tanto que sí! Abrazos.
ResponderEliminarCreo que nunca existirá tal día... Es más fácil dedicarlos a la musaraña o a los derechos de los jugadores de mus mancos.
ResponderEliminarPor cierto, que no se me quede en el tintero: "Las acacias" es sobrecogedor.
Un abrazo
Tienes razón, yo tampoco lo creo.
ResponderEliminarMuchas gracias y mucho aplauso en tu lectura de hoy. Pondré las antenas al receptor telepático a ver si cojo algo.
Un abrazo.
Con tanto ir y venir de los días a las eternidades, he terminado haciéndome un lío, Francisco: ¡creí que hoy era 24!
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