Desde la esgrima de la razón, mi mal carácter y lo que, al cabo, cargo a las espaldas.
Son días para hacerme a su desecho,
a su amarga sentina, a su escombrera,
y buscarme la rota primavera
del corazón, inhóspito y maltrecho.
Son días de decir que no hay derecho,
que ya está bien; o basta, o quién pudiera
quebrantar de la vida la ribera
y destronar la sangre de su pecho.
Son días neblinosos, de indecible
desolación, haciendo la costura
en los rotos del alma malherida.
Para vivir, sobraba lo posible
y estos días que, al fin, pasan factura
del amor hecho añicos por la vida.
(28 de abril de 2008)
Bonito soneto, tiene algo de tango.
ResponderEliminarPero no despidas abril así, que aún queda mayo.
Hace poco, yo escribí:
ResponderEliminar"ES ESTA soledad de descampados
lo que no te conviene, tantos días
de luz desperdiciada entre basura."
Un abrazo
Muchas gracias, Betty B., aunque no le coja yo el tonillo “tanguero”.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues me gusta, y mucho, claro está, lo que tú escribiste. ¡Curioso el paralelismo!
ResponderEliminarUn abrazo, Fran.
De este verso "del corazón, inhóspito y maltrecho" nace todo el soneto. Y la triste soledad de tu "rota primavera".
ResponderEliminarCierto, Antonio, de ése y del último, que fue el primero para no contrariar la parábola de los viñadores.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu lectura.
Para ti.
ResponderEliminarVeni lumen cordium.
Consolator optime, dulcis hospes animae, dulce refrigerium.
In labore requies, in aestu temperies, in fletu solatium.
O lux beatissima, reple cordis intima tuorum fidelium.
Sine tuo numine nihil est in homine, nihil est inoxium.
Lava quod est sordidum, riga quod est aridum, sana quod est saucium.
Flecte quod est rigidum, fove quod est frigidum, rege quod est devium.
Muchísimas gracias, Anónimo, buena gente. Hermosísimo para reconfortar. Lo entonaré en Pentecostés. O desde hoy mismo.
ResponderEliminarUn saludo.