Madrid, a quince días del verano.
Te escribo desde casa. No podía
soportar la distancia, la agonía
de mi mano en la niebla de tu mano.
Ese estar que no está, o ese lejano
saberte allende la melancolía,
allí donde la luz no es ya la mía,
ni el monte es monte, ni llanura el llano.
Te escribo para nada, porque suelo
enamorar palabras de mentira
para fundar grandezas que confundo.
Pero tú eres verdad, en otro cielo.
Si aún respira esta voz, por ti respira.
En Coslada, Madrid, cerca del mundo.
(6 de junio de 2008)
Gran soneto, Antonio.
ResponderEliminarSi lo dices tú, amigo mío, sí que se agranda.
ResponderEliminarMuchas gracias, Julio.
Qué bonito, Antonio. Ya lo sabes. Mejor cerca del mundo, también lo sabrás. Muchas veces escribimos para nada,y qué, ante nadie tenemos que justificarnos. Me parece que me voy a pasar a los sonetos. Un saludo.
ResponderEliminarEmocionante.
ResponderEliminarPues, según lo que de ti llevo leído, si te pasas a los sonetos, sospecho que van a experimentar una espectacular alza en la cotización literaria.
ResponderEliminarMuchas gracias, gentil Betty.
Agradecidísimo, Fran, porque eso es lo que uno desea cuando escribe: emocionar con aquello que le emociona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Suscribo los elogios, Antonio. Soneto de lirismo urbano.
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio, por tu visita y comentario.
ResponderEliminarUn saludo desde esta urbe que no es, ni mucho menos, "la" urbe.
Bravo. No se me ocurre otra cosa. Bueno, sí: otro bravo.
ResponderEliminarMuy agradecido, Juan Antonio: me rodeáis con vuestra generosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fabuloso soneto.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias y bienvenido, amigo Hernán.
ResponderEliminarUn saludo.