Bien es verdad que el segundo autor de esta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha que no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que de este famoso caballero tratasen; y así, con esta imaginación, no se desesperó de hallar el fin de esta apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que se contará en el siguiente capítulo. Quédase Don Quijote, al final del octavo capítulo, con la espada en alto ante el enfurruñado vizcaíno. Usa Cervantes aquí de industrias que hoy nos son harto familiares cuando en la serie televisiva de rigor, por ejemplo, se nos queda el héroe en inminente peligro o presumida gloria con el ademán suspenso hasta el siguiente episodio. Yo, sin embargo, abuso de la cita sobre interrupción tan meritoria para decir “hasta pronto”, que es lo que suele decirse en estos meses de ocios desmelenados. Partir de ...