Tenía que venir
herida en un mensaje;
atravesar la noche
sin que yo lo supiera.
Decirme: “estoy aquí”;
o, “¿por qué me esperabas?”
Y hacer que nada fuera inexplicable.
Tenía que haber sido
alguna vez, sin lujo
ni noticia especial;
sólo haber esparcido
el perfume de un verbo,
sólo ser la señal
señalada en los mapas del silencio.
Tenía que venir, aunque yo no supiera…
Tenía que venir. Y nunca vino.
(15 de julio de 2008)
Dos poemas tristes seguidos, Antonio. Los dos son muy bonitos, pero no puedo comentar nada triste, no me veo capaz. Paso a decirte buenas noches (y también que son muy bonitos:-)
ResponderEliminarUn beso.
No quiero comentarios tristes, Olga, ni quiero la tristeza para nadie.
ResponderEliminarMuchas gracias siempre por tus palabras.
Un beso.
Son dos grandes poemas. El detenimiento y la constancia. La espera detenida...
ResponderEliminarUn saludo,
Hernán
Muchas gracias, Hernán (estoy bajo mínimos en la red, sin ADSL y con un módem "a pedales")
ResponderEliminarUn saludo.