Puedo ahora cruzar aquel pasillo,
llegar a su final, abrir la puerta,
dar un susto de muerte a su silencio,
asignar a las cosas otro espacio,
otro tiempo a la vida… ¡Un disparate!
Puedo hacer que la nada de una esquina
rezume de miradas, se disponga
a ser cómplice amable del deseo;
o hacerme taumaturgo y situarte,
sombra siempre perdida, en su intervalo,
en la hora vacía que no habitas
porque el mundo es capricho de sí mismo.
Puedo darle la vuelta a cuanto existe
y que nada se altere, y todo siga
el cauce que es debido sin embargo.
Por poder, hasta puedo una sonrisa
robarte en una casa que no existe,
una casa que inventa en su fachada
este sol que ahora veo y no es mentira.
(6 de julio de 2008)
Espléndido. La obra de un maestro.
ResponderEliminarGracias por mostrarlo.
Un saludo,
Hernán.
Querido Antonio, qué gracia este “porque puedo”. Creo que lo imaginado encierra una verdad, o una “no mentira”, como el sol que ves en el último verso. Es posible darle la vuelta a cuanto existe, pero “y que nada se altere, y todo siga / el cauce que es debido sin embargo”… eso ya no lo tengo tan claro, fíjate. Creo que algo se altera en ese cauce debido. Es muy bonita. Y me encanta la palabra “taumaturgo”. “Hacerme taumaturgo y situarte / en la hora vacía que no habitas.” Me gusta. Mis felicitaciones
ResponderEliminarMuchas gracias, Hernán, aunque eres generosamente exagerado.
ResponderEliminarUn saludo.
Claro que es posible que “nada se altere”, Olga, para eso tomo la precaución de "hacerme taumaturgo” en el noveno verso. Es que si no, sería mera “teoría del caos” y entonces no tendría gracia.
ResponderEliminarEncantado con tu visita y tus palabras.
Besos.
Me he encantado, Antonio. Declaro mi asombro, que es el efecto natural ante la taumaturgia. Me uno a los aplausos. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan Manuel, una vez más por tu amabilidad y perdona tanto retraso en mi respuesta: es la sevidumbre laboral.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo, en esta tarde yo quisiera
ResponderEliminarel poder imposible de parar
el tiempo, y que la vida me dejara
al menos lo que sobra de un minuto
para aquello que juzgo necesario:
la lectura que aplaca los desvelos,
la amistad a pesar de la distancia,
el amor por encima de los días.
(Con el perdón por la osadía de contestar a tus versos con otros, surgidos animado por la consciencia de todo lo que podemos hacer con las palabras). Un abrazo.
Muchas gracias, amigo (Juan Antonio, claro), por tu aportación, tu "prórroga" mejor, en esa fe que compartimos: las palabras. Al fin y al cabo "in principio erat verbum"
ResponderEliminarTe deseo el poder (de la palabra, naturalmente: con el otro, ya sabemos lo que pasa)
Un abrazo.