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A los otros fríos y soledades, que son verdad, aunque no siempre salgan en los telediarios
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¿A quién habla la noche cuando es fría,
cuando el viento es un sable en la mirada,
cuando duele la piel del mundo helada,
cuando hiela hasta Dios? ¿A quién diría
la noche que no quiere no ser día?
¿A quién le contará su madrugada
que se teme vencida, derrotada,
sol dudoso, incapaz tras su agonía?
Qué soledad tan grande, tan perfecta,
la de la noche al cabo, qué locura
gemir sin voz ni pena que la nombre.
Cuánto olvido en su lágrima incorrecta
que no sabe llorar, que se tortura
porque hiela las lágrimas del hombre.
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2 diciembre 2008
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A los otros fríos y soledades, que son verdad, aunque no siempre salgan en los telediarios
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¿A quién habla la noche cuando es fría,
cuando el viento es un sable en la mirada,
cuando duele la piel del mundo helada,
cuando hiela hasta Dios? ¿A quién diría
la noche que no quiere no ser día?
¿A quién le contará su madrugada
que se teme vencida, derrotada,
sol dudoso, incapaz tras su agonía?
Qué soledad tan grande, tan perfecta,
la de la noche al cabo, qué locura
gemir sin voz ni pena que la nombre.
Cuánto olvido en su lágrima incorrecta
que no sabe llorar, que se tortura
porque hiela las lágrimas del hombre.
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2 diciembre 2008
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¡Qué arranque de soneto! Sin duda te habla a ti, poeta noctámbulo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué alegría levantarse tarde un miércoles, leer el periódico, desayunar y disfrutar de los inigualables sonetos que nos regala el frío, atemperado sabiamente por tu mano. Un abrazo desde mi retiro impuesto.
ResponderEliminarPobre noche fría y sola “que no sabe llorar, que se tortura”, pero la belleza desolada del frío, con su viento como sable y su soledad tan grande tiene algo de perfecta.
ResponderEliminarBonito soneto, maestro.
Un beso para esa noche, aunque ya sea de día:-
Muchas gracias por tu visita, admirado tocayo. Es cierto que, poeta o no, suele charlar conmigo con frecuencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Te has “impuesto” un monacal retiro, caro discípulo? ¿Sigues ahora “… la escondida / senda por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido”? Ya me contarás a que se debe tu ermitaño apartamiento.
ResponderEliminarMuy agradecido por tus palabras.
Un abrazo
En realidad, la soledad de la noche es grande, perfecta y torpe porque no sabe acompañar ni acompañarse de esas otras soledades pequeñitas de los hombres, a los que encima maltrata con su involuntaria inclemencia.
ResponderEliminarLo de “maestro”, Olga, me halaga y me excede; me pesaré en cuanto pueda no sea que me haga también perder la línea.
Besos.
De sabio, Antonio, creo que lo único que tengo es el nombre, que algún etimólogo de ideas peregrinas relaciona con "didaché". Más allá de eso, poco hay. La explicación del retiro ya está a su disposición. Algún día de estos volveré por la SC o te escribiré, que tengo alguna noticia agradable que contar entre tantas pastillas y papeleos. Un abrazo.
ResponderEliminarMás explícitamente te contesto en tu blog. Aquí sólo diré que aguardo con impaciencia esa "noticia agradable" que tanto mereces.
ResponderEliminarOtro abrazo (con tanto abrazo parezco un oso).