.
A Juan de Yepes (en el mundo, se entiende), con mi devota admiración
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada…
S. Juan de la Cruz
Ha dejado la noche la estatura
de su alta oscuridad, de su distancia,
de ese herir la paciente vigilancia
del alma a que enamora su locura.
Ha dejado de ser la noche oscura
la escasez que soñaba su abundancia:
un racimo de amor, una fragancia
de jardines, de rosas, de blancura.
Hiede el centro del hombre envanecido
a barrios luminosos, a basura…
Tras la noche no hay Dios, sino su olvido.
¡Y yo sigo creyendo en quien saliera,
inflamada de amor en noche oscura,
de esa casa del alma prisionera!
.
14 diciembre 2008
A Juan de Yepes (en el mundo, se entiende), con mi devota admiración
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada…
S. Juan de la Cruz
Ha dejado la noche la estatura
de su alta oscuridad, de su distancia,
de ese herir la paciente vigilancia
del alma a que enamora su locura.
Ha dejado de ser la noche oscura
la escasez que soñaba su abundancia:
un racimo de amor, una fragancia
de jardines, de rosas, de blancura.
Hiede el centro del hombre envanecido
a barrios luminosos, a basura…
Tras la noche no hay Dios, sino su olvido.
¡Y yo sigo creyendo en quien saliera,
inflamada de amor en noche oscura,
de esa casa del alma prisionera!
.
14 diciembre 2008
Sólo este verso: "Tras la noche no hay Dios, sino su olvido", confirma tu magisterio, Antonio. Un placer leer tus sonetos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo
Y qué alegría que te acuerdes, cada año, de los santos en sus días. Sin darnos cuenta pasarán unos meses, llegará mayo, y te acordarás, de nuevo, del santo del "santo" de la Santa Casa, allí donde aprendí lo poquito que sé de Historia de la Filosofía y que me hace leer con cariño y nostaldia la entrada anterior. Un abrazo, Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo para ti, Diego: se te echa de menos en esta "noosfera".
ResponderEliminarYo me quedo con el terceto final, Antonio.
ResponderEliminarUn beso.
El más platónico, sin duda.
ResponderEliminarGracias, Olga.
Un beso.
¿Dónde hay que quitarse el sombrero?
ResponderEliminarEn ninguna parte, amigo mío; con los fríos en cotización tan alta, sería una temeridad desproteger el cráneo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan Antonio.
Un abrazo.