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Diálogos

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…al sueño de la vida hablan despiertos.
F. de Quevedo



No sé por qué las cosas me hablan tanto últimamente;
qué manía le ha dado al reloj que hay en la mesa
de escribirme sonetos; o al sable –que parece
un flamenco de plata velando el paragüero–
de explicarme el graffiti de un lance en su abandono;
o al viejo Colt enfermo, artrítico de herrumbre,
de recitar dianas hexasílabas… No sé
por qué las cosas me hablan, últimamente, tanto,
por qué se han sublevado, de pronto, sus silencios;
ni por qué pasan lista, por si falto, o se sientan
frente a mí cada día para ponerme el alma
de cara a la pared, como a un niño que debe
repetir la lección de una deuda de verbos,
balbuceos que hicieron palabras de herramientas,
razones de locuras, verdades de extravíos...

No sé por qué me hablan un revólver y un sable,
y un reloj sonetista… No sé por qué lo hace
todo aquello que un día me acompañó en la luz
y rodeó la noche para inventar el tiempo...

No sé qué raro adiós creo oír en sus voces.


16 noviembre 2009

(Lo publiqué anoche y me arrepentí: lo borré esta mañana. Esta noche volvió. Lo corregí –no me gustaba; espero que no se leyera–; y regresé a la vanidad de colgarlo de nuevo. No es nada más que una “batallita” personal; así que no tiene importancia. ¡Veremos si no vuelvo a arrepentirme!).

Comentarios

  1. Aquerido Antonio, yo sí lo leí, y hasta lo tengo guardado (lo siento;-) Me gustó ese coro de voces ajenas que se mezclaban con la tuya, ese diálogo raro y musical con algunas palabras que yo también repito. Tenía algo de oración.
    Tal vez te hablan porque tú las escuchas, porque tú puedes verlas, porque "todo aquello que un día me acompañó en la luz/ y rodeó la noche para inventar el tiempo" aun te acompaña.
    No quiero el último verso, no oigas esas cosas.
    Un beso y enhorabuena por el poema, me gusta mucho.

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  2. Lo bueno, Olga, es que te haya gustado; lo malo, que leyeras la primera versión (¡ya puedes ir borrándola!). Amén de algunos versos enmendados, suprimí la referencia a los “libros” por dos razones. La primera, porque el poema hablaba de “cosas”, y considerar a los libros entre éstas me parecía una obscenidad. La segunda, porque las citas (ese “algo de oración” que dices) cojeaba de ausencias y era injusto. Para acercarme a la justicia, el poema se habría vuelto interminable. En fin, una metedura de pata consecuencia de las altas horas de imaginaria. ¡Bórrame el traspié, por favor!

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué cariño me da lo que escribes!
    Me ha recordado el cuento: "El soldadito de Plomo", que a media noche todos los objetos se despiertan formando gran alboroto.

    Un beso de cuento.

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  4. Lo cierto, Veridiana, es que al final la vida no es nada más que el cuento que nos cuentan las cosas que nos acompañaron. Por eso me dan tanta pena las residencias para la tercera edad, porque allí se va uno sin su mesa, su estantería, sus libros, sus cosas; todo aquello a lo que se le pegó una biografía mientras se estaba escribiendo. En el futuro esto será cada vez más difícil, nuestro mundo de voraces langostas consume desesperadamente todo; lo agota, lo aniquila, lo sustituye… todo. A este paso no sé dónde vamos a depositar la vida para que nos acompañe cuando va decayendo. Bueno, sí lo sé: en los grandes almacenes que es donde uno puede comprar cosas nuevecitas, aunque muertas de nosotros.

    Me alegro del “cariño” que te ha dado y de que te haya recordado un cuento. Lo es.

    Un beso

    ResponderEliminar
  5. No le puedo dar a la tecla de borrar, me da pena;-)
    Lo siento.
    Pero me lo guardo sólo para mí, prometido.

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  6. "Qué raro adiós... el de los objetos, algunas veces".

    Tiempo de incertidumbres... supongo. Pero la incertidumbre tiene ese otro lado creador, esa capacidad para poder ser a pesar de la nada, a pesar de las despedidas...

    ... no sé, yo no lo veo triste. Y no sabría decir por qué, exactamente por qué... aunque se me han quedado en el pensamiento las "verdades de extravíos"... y automáticamente pienso en las certezas que vienen de la mano de nuestros errores.

    No sé, será que es tiempo de incertidumbre... o que simplemente, es noviembre. A saber.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Lo del tiempo, Ana, es precisamente eso, ser “incertidumbre”; la ilusión de su pretendida certidumbre nos viene siempre a toro pasado; es decir, cuando en realidad ha dejado de ser tiempo.

    No sé si parece o no triste. Lo cierto es que tu comentario me ha hecho pensar en otra lectura totalmente contraria a la intención con que fue escrito. Y me ha gustado tan antagónica perspectiva.

    Muchas gracias, pues, y un saludo.

    ResponderEliminar

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