.
¿No habéis tenido nunca una idea que está sin estar, que a veces parece un relámpago, que surge y se borra, que no nos da tiempo a pensarla cuando lo intentamos, que ocupa lugar en la vida y no lo parece; y no la pensamos; y vuelve una vez y otra vez; y se echa a la espalda todo cuanto hacemos sin verla, sin tenerla, sin pensarla…? ¿Una idea que sólo está ahí y de la que jamás hablamos; una idea sin hoy pero con siempre…?
¿No habéis tenido nunca una idea que no descubren nunca los psiquiatras ni sabe cómo tratar ninguno de los profanadores de nuestras precarias grandezas…?
No es una idea enferma ni una idea importante. No es una obsesión ni es un proyecto. No se afana jamás en roturarnos la vida. Sólo es; sólo está siempre –como un código secreto y propio, como un relámpago sin momento–, tensa y prometedora.
¿No habéis tenido nunca una idea así de rara, así de poca cosa, así de nada, sin hora ni lugar en vuestros días, pero sin la cual sólo queda la sospecha de un vacío inefable?
¿No habéis tenido nunca una idea, innecesaria pero imprescindible, que os permita pensar que ser hombre no es al cabo una absurda tortura…?
.