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…adiós, amor, adiós, hasta la muerte.
M. Hernández
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…adiós, amor, adiós, hasta la muerte.
M. Hernández
...Después de todo, los vigilantes de la noche somos interlocutores del silencio –que es la colcha que arropa la oscuridad del deseo–. Hablamos, para no dormirnos, con los sueños ajenos que nos tocan el alma; discutimos, a veces, con la amarga insistencia de su olvido. Pero al amanecer, el día no sabe de nosotros… Ni de ellos tampoco… Ni de nada…
Al fin y al cabo, una imaginaria no es más que la centinela de un deseo que no tiene que ver con el día que amanece.
Al fin y al cabo, una imaginaria no es más que la centinela de un deseo que no tiene que ver con el día que amanece.
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El deseo siempre es oscuro.
ResponderEliminarAl amanecer puede quedar una obsesión,un placer,una ilusión.
Un beso oculto.
O como Cernuda dice, Veridiana, el deseo es “un mundo cuyo cielo no existe.”
ResponderEliminarUn beso, y gracias siempre por tu compañía.
Precioso, Antonio
ResponderEliminarComo siempre
Sorprendido –y agradecido, naturalmente–, Mª Angélica, por tu visita y cariñosas palabras a este rincón que yo creía ya en trance del olvido que merece.
ResponderEliminarMuchas gracias.
De verdad.
Ni olvido ni merecimiento de él;-)
ResponderEliminarAlgunos siempre volvemos de imaginaria, o siempre estamos en ella, amanezca lo que amanezca.
Un beso y a ver si cambiamos esos versos de Miguel Hernández por aquellos otros que no sé si recordarás y terminaban con un... anda y cuenta.
Un beso.
Muchas gracias, Olga, pero creo que ya he contado “los dulces granos de la arena amarga” en demasiadas ocasiones. Tarde o temprano ocurre... el silencio, como dije en abril. No creo -o no quiero- que sea en esta ocasión. Aunque estoy cansado. Como otras veces, desde luego; pero cada vez... cada vez...
ResponderEliminarEn fin, esto no tiene importancia. Lo que sí la tiene, y mucha, es tu amistad, tu leal amistad, tu cariñosa amistad. Gracias por ella, Olga.
Un beso.
Que no decaiga el ánimo,chiquillo.
ResponderEliminarYo tomo unas ampollas de Jalea Real que van de miedo...
¿ Nos vemos en la Feria del Libro ?
La jalea real, mi temida Circe, es alimento de “reinas” (y de diosas y hechiceras, por supuesto), pero yo soy de condición plebeya. Por esta razón tampoco se me conoce ni permite el desánimo, sólo el cansancio. Aunque da lo mismo: cansado o no, el plebeyo siempre tiene que redoblar su esfuerzo.
ResponderEliminar¿En la Feria del Libro…? ¿Es que habéis abandonado la isla de Eea?
Entraba para animar, profesor...
ResponderEliminarY resulta que me llevaría estas prosas íntimas tuyas para reescribirlas de forma mucho más "plebeya" que tu exquisita pluma. Cuando la imaginaria no es metafórica... y el insomnio te hace permanecer con los ojos como platos... se pasean todos los fantasmas más feos, los menos amables...
Y yo que quería decirte algo bonito. Pero me abstengo, que aún voy a estropearlo. En cambio sí te digo que te acompaño. Y en silencio... que la excesiva charlatanería tampoco ayuda a levantar nada.
A la espera de una cordura cordial, te dejo mi recuerdo en imaginaria permanente.
Un abrazo, Antonio.
Me ha alegrado mucho el doble encuentro, Sunsi; y te agradezco con igual intensidad toda la bondad que como siempre me regalas. Es evidente que no se puede dar lo que no se tiene, así que esa bondad que yo recibo es la que define tu condición (absolutamente ajena, por cierto, a cualquier atisbo de “plebeyez”).
ResponderEliminarGracias, Sunsi, por la generosidad de esa “imaginaria permanente.”
Un abrazo.