Ir al contenido principal

Raptar una sonrisa

.

No tiene la menor importancia. Es un recuerdo galante que apareció en mis viejos “atardeceres” un doce de marzo de hace casi un lustro. Se trata de un soneto vanidoso que naufraga en su desencanto y al final se refugia en la irrealidad de otros mundos paralelos. Es un racimo de palabras arrancado de la mecánica cuántica. O de Borges, tal vez, y sus extraños jardines con “senderos que se bifurcan” ilimitadamente.

Hoy me ha apetecido recordarme.

Perdón una vez más por ser innecesario.

.

.

Comentarios

  1. Decía Richad Bach, el autor de "Juan Salvador Gaviota", en su novela ( muy filosófica)"Uno", que vivimos continuamente en mundos paralelos. Nuestro "yo" viaja, al mismo tiempo, por diferentes caminos y vive diferentes vidas.Coexistiendo, por tanto, todas ellas. Si eso es así... esa sonrisa no hacía falta raptarla,sería para tí.
    Un soneto preciosísimo.
    Un besazo.
    Doña Anónima

    P.D. No se si es tu grabación o mi ordenador, pero te oigo bastante mal y de verdad que lo siento.

    ResponderEliminar
  2. Últimamente se ha explotado mucho el tema de los universos –o mundos– paralelos o múltiples; sobre todo en el cine. Sin embargo, poco se sabe de la “posibilidad” cuántica que les concedió Everett –que, entre otros, no menosprecia Hawking–, algo de la excelente narración de Borges –que, por cierto, la escribió al margen de las investigaciones de la ciencia– y casi nada de los “yos exfuturos” de Unamuno. Eso por no mentar los “infinitos mundos posibles” a que se refirió Leibniz.

    En mi opinión, tanto esta teoría como sus brillantes intuiciones literario-filósoficas resuelven la vieja contradicción humana entre la libertad y el determinismo. Pero, independientemente de esto, Doña Anónima, sus posibilidades estéticas -que, a pesar de sus halagadoras palabras, no se hacen verdad en este soneto- me parecen insuperables.

    Un beso abrumado por la “dimensión” del suyo.

    P.D.: Sube el volumen: quizá la grabación no se hizo con la altura adecuada. De todas formas, yo lo oigo bien.

    ResponderEliminar
  3. Esas teorías realmente son muy interesantes, esos "yos" en mundos paralelos, ¡que fantástico!vivir tantas vidas; por otro lado que agotador, Antonio. Sobre tantas teorías que hay de mundos paralelos, la que más me satisface o me consuela es pensar que "pudiera"vivir otra vida, recomponer errores y sobre todo pensar que las personas que ya no están contigo en esta dimensión, si, están en esta paralela que viaja a tu lado.
    En cualquier caso tu soneto sigue siendo para mí, de la misma opinión.
    Un beso un poco más pequeño, para que no sea tan abrumador.
    Doña Anónima
    P.D. Nada, no hay que hacerle, el volumen está a tope.

    ResponderEliminar
  4. Tal vez vivamos todas las que somos capaces de imaginar, Doña Anónima; pero cada uno de esos infinitos nosotros seguirá creyéndose que es el único y pensando que los demás son su fantasía. En todo caso, eso demostraría que somos libres, absolutamente libres, y, al mismo tiempo, determinados a ser cada uno el que eligió ser.

    Besos metafísicos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

La metáfora amable

El mundo está tenso, enrarecido. Casi todo lo que uno oye o lee es desagradable; y si no lo es, parece contener un inquietante presagio. A los felices veinte del pasado siglo les sucedieron los amargos treinta y los trágicos cuarenta. Latía extraño el hombre, y cuando el hombre late de ese modo, algo podrido cocina la historia. Cientos, miles de veces ha ocurrido así. Para Sísifo –siempre Sísifo–, al final del esfuerzo sólo está la derrota. Su modesto placer de coronar la cumbre es efímero y repetidamente inútil. No hay paz ni paraíso al cabo de la escalada; sólo desolación, tristeza, crueldad, destino… ¿Existe el destino? ¿Debe ocurrir siempre lo que siempre ha ocurrido? ¿Es de verdad la historia la brillante sustitución de la fatalidad natural por la libertad humana o es simplemente la metáfora amable de la ‘ordenada’ crueldad de aquélla? Las especies combaten, y se destruyen y sustituyen. ¿Y las culturas? ¿Y los pueblos del hombre?... ¿Qué de especial creímos ver en los h...

Napoleón y el ruido

. Lo he oído de dos formas sutilmente diferentes: la música es el más bello de los ruidos, pero ruido al fin ; y, la música es el menos molesto de los ruidos … Se parecen, desde luego, pero la primera afirmación suena más física y la segunda más militar , más napoleónicamente militar . Es probable, no obstante, que el tímpano de Napoleón, acostumbrado al eco grave y sordo de la pólvora negra, estableciera tan duro contraste entre el ruido y la música con intención que se nos escapa: tal vez pretendía dignificar a aquél, antes que menospreciar a ésta. Si así fuera, yo aplaudiría la frase porque la pólvora negra estalla con la cadencia subterránea y profunda de una tragedia griega. La otra, sin embargo, la que llaman sin humo –la de nuestros días– revienta los oídos como una telenovela hortera de media tarde. Naturalmente, esto es una apreciación muy personal. Lo que es evidente es que hay vibraciones de las moléculas del aire que incomodan – ruidos – y otras que no – música –. Las prime...

La tristeza de la inocencia

Por Julia y a su hijo Julio Me han llegado noticias tristes por ese golpe tan temido de los teléfonos, repentinos y traidores como es su costumbre. Un familiar lejano, una mujer, mayor desde luego, aunque eso... ¿qué importa? …Y  he pensado en uno de sus hijos; un niño detenido por la vida, varado en una luz de infantil inteligencia que oscureció la caprichosa divagación de un cromosoma y nació bendecido de inocencia interminable. He pensado en ese niño, que ha cumplido ya los años de los hombres, aunque no sus soberbias ni vanidades... Y he pensado en la tristeza y el abandono, un abandono en su caso más cruel por la distancia inmensa de los otros. He pensado en el desconcierto de su ternura mirándose al espejo; y en el estupor de su niña memoria ante el beso sin labios de su madre. Un río de pequeños recuerdos; tal vez, algunas lágrimas; un no saber, un  sí sufrir la soledad repentina, inexplicable...Y el dolor de su alma en carne viva golpeándose desco...

El destino de las supernovas

. . Luz, ¡más luz! J. W. Goethe …somos polvo de estrellas C. Sagan La mayor parte de los átomos es vacío . Al cielo le ocurre algo parecido con la oscuridad. La luz es toda una excepción: un paseo puntual de diminutas y alejadas insolencias. Porque la luz es una insolencia, un atrevimiento, una osadía rodeada de sombras que, al cabo, revienta hastiada de tanta y tan constante hostilidad. Luego se esparce en la noche, como un raro prodigio, y siembra lugares y posibles miradas. Del agotamiento de la luz ante su empresa nacen rincones en la oscuridad, surgen otras diminutas y alejadas insolencias que miran al cielo y admiran su vencida hazaña. Eso dicen al menos los sabios que de aquélla saben. El hombre es la mies de una derrota, el pan de un desastre. Pero también el atleta que recoge el testigo de una rebeldía luminosa. El hombre es un héroe trágico que se obstina en la luz, como la luz se obstina en no ser su contrario. Supongo que es así porque si no, ser humano sería una indecenc...

¿Legalidad o moralidad?

. . …no basta que una acción sea conforme y esté ajustada a la ley para que sea moral; no basta que una acción sea legal, para que sea moral. M. García Morente, Lecciones preliminares de filosofía Lo analizó perfectamente Kant –¡qué bien lo explica García Morente!–, una cosa es que nuestra acción se acomode al deber y otra muy distinta que lo que hacemos lo hagamos porque es nuestro deber . No es un juego de palabras. No es diletantismo filosófico. Es una definición de la distancia, la enorme distancia, que separa la mera legalidad de la moralidad convicta. Pensaba Kant que si cumplimos la norma para evitar la sanción o alcanzar el aplauso, nadie podrá objetarnos ilicitud ni incorrección en la conducta. Pero la moral es otra cosa; la moral nace de la convicción, no de la convención, amparo o consentimiento de las leyes. Coincida o no con éstas, nuestra acción debe regirse por sí misma, quererse a sí misma, aplaudirse a sí misma. Sólo eso, nada más –y nada menos– que eso, define la mor...

La insolente realidad de las preguntas

El valor de la filosofía   ha estado desde sus orígenes en las preguntas. Las respuestas son ocupación de la supervivencia; las respuestas pretenden la utilidad. Las preguntas, sin embargo, todas esas preguntas que nos atraviesan el pensamiento sin posibilidad de hallar nunca reposo para su esfuerzo; todas ésas tan denostadas, tan perseguidas, tan ninguneadas por la vanidosa razón –ilustrada primero; instrumental, después; confusamente empirista, siempre–; todas las que desde el siglo XVIII han sido desviadas, sistemáticamente, a la sección de Salud mental por la iniquidad mercenaria de los súbditos de la desesperanza, no sirven para nada; o, mejor dicho, resisten el asedio de la nada. Son, como los acantilados ante los envites del mar, una rocosa fortaleza del alma, un cerco amurallado para el hombre. Porque hablar del alma es hablar con ellas y no querer hablar de ellas es desarraigar al hombre La grandeza de la filosofía está –o estuvo– en no poder responder, en no a...