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A mis años es muy difícil reconvertir la fe. Si se tiene, naturalmente; si no se tiene, es imposible crearla, por mucho que digan. El hombre es un animal que siente libremente –alegría, tristeza, desesperación, confianza, indignación, beneplácito…– y que sabe que siente. Después, es un animal que piensa y cree saber lo que piensa. Pero ya no siente, ya ha convertido su sentimiento en una red de ideas; no platónicas, que son por sí mismas; sino cartesianas, que son por el pensamiento. A partir de entonces, el hombre cree verdad lo que aquél urde. Y lo adora y lo convierte en proyecto. Así nacieron todas las ideologías: de un sentimiento real que “se” pensaba libre. Pero también así murieron todas: de un “pensar adiestrado” ya incapaz de sentir nada. Por eso cometieron todo género de iniquidades, porque ya no sufrían con el dolor de nadie ni gozaban con la felicidad de ninguno, sólo aspiraban a atrapar en su red de ideas a todos los hombres.
Es ley de vida. O, mejor dicho, ley de historia; ley que acaba llamando libertad a la negación de su viejo sentimiento.
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Es ley de vida. O, mejor dicho, ley de historia; ley que acaba llamando libertad a la negación de su viejo sentimiento.
El ser humano se repite con demasiada frecuencia,Antonio, no tiene remedio,no puede dejar de resistirse ante el poder que anula toda idea de libertad. De esta manera deja de sentir, le falta corazón.
ResponderEliminarUn beso
Doña Anónima
Se ha dicho muchísimo desde el existencialismo, pero es así. En el fondo se trata de una incosciente nostalgia: el hombre echa de menos la feliz despreocupación de no ser libre.
ResponderEliminarGracias pos tus palabras, Doña Anónima.