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Leo en alguna parte que el 60 % de los españoles olvida a sus difuntos después de diez años. Me alegro, una vez más, de quedar fuera de las estadísticas y sus enfermos porcentajes. Llevo cuarenta y dos años recordando a Paco, un amigo que se me rompió en un Seiscientos el mismo día que Armstrong pisaba la Luna; treinta y ocho hablando con Jorge, un casi hermano que se destrozó la vida sobre una moto camino de Soto del Real; treinta y uno paseando Madrid con Conrado, un antiquísimo alumno que se dejó el futuro en su promesa por culpa de una isquemia maldita en el cerebro… Y cinco, sólo cinco, aunque valdría cinco elevado a su infinita potencia, departiendo por teléfono con mi madre (que se marchó sin ruido y humildemente un dos de marzo) todos los días, a las once de la noche, sobre las cosas que me pasan y me alegran y acerca de los hechos que suceden y me duelen…
Podría centuplicar la lista. A mis años no es difícil.
Si la estadística esa es cierta, tenemos un problema; grave e indecente. Grave, porque la vida no es disimular la muerte ni hacer fiestas de disfraces entre calabazas y zombis. Indecente, porque vivir, humanamente, es heredar la circunstancia de los otros, los que no están, los que hicieron el paisaje por el que echamos a andar –¡hace tanto tiempo…!– la voluntad de ser…
Y la memoria.
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Podría centuplicar la lista. A mis años no es difícil.
Si la estadística esa es cierta, tenemos un problema; grave e indecente. Grave, porque la vida no es disimular la muerte ni hacer fiestas de disfraces entre calabazas y zombis. Indecente, porque vivir, humanamente, es heredar la circunstancia de los otros, los que no están, los que hicieron el paisaje por el que echamos a andar –¡hace tanto tiempo…!– la voluntad de ser…
Y la memoria.
"Mais ve que meu corazón
ResponderEliminaré unha rosa de cen follas
e é cada folla unha pena
que vive apegada noutra"
Rosalía de Castro
Yo, como tu, Antonio, pertenezco al 40% que vive este día de difuntos de otra manera,por eso ayer, hoy no podía, llevé para cada "amor" perdido una rosa roja
porque mi corazón se siente como el tuyo y como el de Rosalía.
De todas formas, entiendo que para muchos otros su manera de enfrentarse a la muerte es diferente y lo que hacen no es más que hacer un exorcismo ante el miedo y la angustia que les produce.
Preciosa canción, preciosa música, preciosa imagen.
Un beso sereno
Doña Anónima
Un acierto esa banda sonora, para este día tan especial.
ResponderEliminarNo es lo mismo aceptar que olvidar.
Un beso nostálgico.
Qué cerca de todas las almas (no pretendo robar título o cita a Javier Marías) siempre Rosalía… Y qué bien suena en su lengua, en la tuya, su palabra.
ResponderEliminarGracias por tu aporte: sé que estás en el 40 % y sé por ti, además, la culpa que el maldito azar del tiempo tiene en ello.
Un beso amigo.
Es verdad Veridiana, no sólo no es lo mismo, sino justo lo contrario: aceptar el dolor es mantener vivo el recuerdo de cuando no era dolor. Gracias por subrayarlo.
ResponderEliminarUn beso de parte de “todas mis memorias”.
Yo- afortunadamente- tengo aún pocos difuntos de esos que se te han llevado un trozo de alma más allá. Mis abuelos, algún familiar cercano (ley de vida, sí, pero sigue doliendo) y una amiga que murió en la adolescencia en un absurdo accidente de tráfico, de la que ya te he hablado alguna vez. Pero sé que no los olvidaré, porque si lo hago será como empujarlos hacia abajo, como si se murieran un poco más. Y porque me acompañan en la memoria con la misma naturalidad con la que me acompañaron en la vida. Son mi vida.
ResponderEliminarUn beso, maestro.
Así es, Olga: “con la misma naturalidad”. Como ocurre (o debería ocurrir) con toda la Historia.
ResponderEliminarGracias siempre por tus palabras y por ese “magisterio”, más cariñoso que real, que me concedes.
Un beso.