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Lo primero es mirar el horizonte, plano y azul del mar, y pensar que morir es lo de menos.
Lo segundo, alegrarse de ser tú –y no nadie a quien quieres– el que ha ido a parar en tal estado.
Lo tercero, buscar alrededor algo que flote por sí mismo; el trozo de un recuerdo, por ejemplo, que, de puro feliz, no sea sumergible.
Lo cuarto, respirar pausadamente; reconocer la vida en cada bocanada de aire aún permitido.
Lo quinto, conceder al frío la ignorancia; al cuerpo, en tanto mar, la indiferencia.
Lo sexto, disfrazar los brazos de heroísmo y nadar hacia islas que no existen.
Lo séptimo, leer la oscuridad, la noche, el código morse de los astros…
Lo octavo, inventar un sol naciente y la sombra de un barco en la distancia.
Lo noveno, gritar una palabra a la que no nos atrevimos nunca.
Y lo décimo… comprender que morir es lo de menos.
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Lo primero es mirar el horizonte, plano y azul del mar, y pensar que morir es lo de menos.
Lo segundo, alegrarse de ser tú –y no nadie a quien quieres– el que ha ido a parar en tal estado.
Lo tercero, buscar alrededor algo que flote por sí mismo; el trozo de un recuerdo, por ejemplo, que, de puro feliz, no sea sumergible.
Lo cuarto, respirar pausadamente; reconocer la vida en cada bocanada de aire aún permitido.
Lo quinto, conceder al frío la ignorancia; al cuerpo, en tanto mar, la indiferencia.
Lo sexto, disfrazar los brazos de heroísmo y nadar hacia islas que no existen.
Lo séptimo, leer la oscuridad, la noche, el código morse de los astros…
Lo octavo, inventar un sol naciente y la sombra de un barco en la distancia.
Lo noveno, gritar una palabra a la que no nos atrevimos nunca.
Y lo décimo… comprender que morir es lo de menos.
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Uy,déjate...
ResponderEliminarUna poesía muy profunda,modernista.Al igual que Rimbaud,te propones ir más allá de lo sensible,de lo formal.
Un beso fascinado.
¡Siempre tan deliciosa e injustamente amable, Veridiana!
ResponderEliminarUn beso.
Es tan hermoso tu "Manual" que lo tendré en cuenta en mis naufragios.Es generoso, valiente y bello. Traté de quedarme con alguno de los puntos, por más bello, por más simbólico,por... pero no puedo. Tendré que aprendérmelos todos por no poder prescindir de ninguno.
ResponderEliminarUn besazo desde estos mares.
Doña Anónima
¡Dios bendito! Antonio, te haces querer tanto....aunque pienses que vas la deriva. Tienes tanta luz, que aún en la sombra brillas.
ResponderEliminarEs el decálogo de razones para vivir (y no naufragar) más tierno, sentido y verdadero que he leído en mucho tiempo. ¡Graciasssss! Eres una de esas personas que reconcilia a una con la humanidad. Ni siquiera tu ceño fruncido puede con esto.
Un beso
Buahhhhh. ¡Cómo me ha gustado este decálogo, profesor...! Aplicable para otoñados;-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi querida Doña-Anónima, por lo que me han contado usted fue siempre un barco de rescate. Estoy seguro de que no necesita aprenderse ningún “punto” de los míos porque sabe de sobra qué protocolo debe seguir un náufrago.
ResponderEliminarUn beso agradecido a su visita y sus palabras.
Inma, ‘te pasas’ dos o tres pueblos con tan cariñoso comentario; así que las “graciasssss” soy yo quien debe darlas.
ResponderEliminarY, no creas, mi ‘ceño’ puede con todo… Bueno, con casi todo; porque, como sabes, este año hay una “criatura” en 1º D que hace con su santo antojo un monumento a mi desconcierto.
Un beso.
…Y yo tan feliz, Sunsi: son un verdadero placer tu visita y tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo ‘cordial’, como siempre.
Pero este barco es ya un viejo cascarón y su capitán, un lobo de mar, que no va abandonar jamás a su viejo barco, por eso puede que en un fuerte golpe de mar se encuentre naufragando en las mismas aguas.
ResponderEliminarSiempre es importante en esos casos contar con toda la ayuda que se pueda; aunque como tu dices- y es verdad- morir, es lo de menos.
Decidido me quedo con tu hermoso "Manual".
Besos
Doña Anónima
Yo creo, Doña-Anónima, que a ese “cascarón”, como tan injustamente lo llamáis, no hay "golpe de mar" que pueda hacerlo naufragar.
ResponderEliminarMe gusta eso de la palabra a la que no nos atrevimos nunca. Casi siempre sospechamos de ella que nos hubiera hecho feliz. A menudo, una vez pronunciada comprobamos que... es, ni más ni menos, una como cualquier otra.
ResponderEliminarAsí que el problema no está en la palabra.
Feliz año. (Por utilizar una expresión de esas que no me atrevo a decir.)
Gracias, Julio. Es un verdadero placer contar con tu compañía. Y tienes razón: probablemente el problema no esté en la palabra, sino en que nunca nos atrevimos a decirla.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz año.