Ir al contenido principal

El último deseo

. 

Me gustaría morir después de un día intenso, voluntarioso, obstinado en alguna indecible extravagancia, empeñado en cualquier incomprensión de ésas que arrastramos tras haber vivido entre todo lo demás tan comprensible. Me gustaría que Saturno anduviera entonces por el sur, que es el horizonte de mi terraza, y que yo estuviera sentado junto a mi viejo telescopio observando el discurso majestuoso y lento de su órbita. Y escuchar en la casa, mientras tanto, los pasos de quienes quiero; su ir y venir por las habitaciones y las cosas, sus voces dedicadas a los signos con que hice la vida; algo así como la música inefable en que hablan las esferas… Me gustaría morir entre este corazón y el cielo, entre el lugar cercano de las almas que quise y el lejano espectáculo de lo inalcanzable. Después de un día intenso y empeñado en lo indecible… Después de cualquier día que aún se mereciera ser querido.
.

Comentarios

  1. Te gustaría morir vivo.
    Con la posibilidad de la plenitud siendo todavía algo que nos quepa en la cabeza.
    Pero no te mueras nunca, maestro.

    ResponderEliminar
  2. Cierto, mi querida Olga, me gustaría morir como dices: ‘vivo’ y acariciando el cielo que no sabemos acariciar. Es lo que hace el astrónomo de Vermeer, ¿verdad? (seguro que recuerdas esa entrada).

    Gracias, Olga; hoy, especialmente por tu cariñoso renglón último. Aunque me temo que no podré cumplir la prescripción de ese “nunca”. Así que, cuando me muera, no piense su divina amistad que lo hago por descortés desobediencia, sino porque los mortales no sabemos eludir tan incómodo ‘pecado’.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. La recuerdo, Antonio.
    Te disculpo la posible descortesía por la imposibilidad de cumplir la orden, pero te la cambio por el deseo de que vivas durante mucho tiempo una vida plena, algunos ratos de felicidad y la completa seguridad de que tú, como los días, mereces ser querido.

    Y que, además, al final te mueras vivo;-)
    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Estaba seguro de que mi tanática debilidad recibiría su comprensión y clemencia.
    Naturalmente, me aplicaré en su alternativo “deseo”; con una pequeña modificación: yo no quiero vivir 'mucho tiempo', sino sólo ‘los días que merezca ser querido’.

    ResponderEliminar
  5. "Sólo los días que merezca ser querido". Entonces, querido Antonio, de una u otra manera vivirás para siempre.
    Un beso
    Doña Anónima

    ResponderEliminar
  6. Vaya, vaya Antonio...
    Hacía tiempo que no escuchaba esta variación de Rachmaninov. Me trae recuerdos.....
    Sería una bonita forma de morir, después de un día intenso, plácido, en casa y mecido en los sonidos de los tuyos.
    Pero queda mucho para eso. Y más si contamos los días que mereces ser querido. Infinito entonces.
    Gracias Antonio. Es tan agradable encontrarte por aquí y encima con "hilo musical".

    ResponderEliminar
  7. ...Si fuera así, Doña-Anónima, sería porque la capacidad de querer de los demás es una auténtica hipérbole.

    Un beso por tu cariñosa ‘exageración’.

    ResponderEliminar
  8. Para “hilo musical”, Inma, el del instituto, a primera hora sobre todo; últimamente con Tchaikovsky (y Rachmaninov también, por cierto). Dan “ganas de vivir”, como me comentaba Concha el otro día. Quedémonos con esas “ganas”.

    Y gracias a ti por tu visita y tus palabras.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Es muy romántico lo que dices.

    Hasta con buena música, y contemplando los cuadros de Vermeer(uno de mis pintores favoritos),o con amor¡Morirse!me parece una indecencia.

    Un beso mitológico.

    ResponderEliminar
  10. Lo primero, Veridiana, agradecer una vez más tu leal compañía.

    …Pero no estoy de acuerdo con eso de “romántico”. Romántico sería querer morir como Byron, en una tierra lejana por una independencia que no es cosa de uno; o como Larra que, un día como hoy, se pegó un tiro ante un espejo por unos amoríos malogrados. Lo que yo digo es muy poco grandioso y nada espectacular. Es un algo estoico y un bastante egoísta: morir sin gloria ni alharacas, pero dueño de una vieja felicidad.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  11. Era otra época...
    Me sigue pareciendo romántico tu deseo,en los tiempos actuales,pero es muy bonito.¡Me apunto!jeje.

    ResponderEliminar
  12. Pues, una vez más, Veridiana, muchas gracias.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  13. Muchas veces pensamos como nos gustaria morir,por ejemplo a mi me gustaria morir durmiendo,sin sentir la muerte y pienso que cada uno tendrà una idea al respecto,lo importante de todo èsto es haber vivido intensamenete cada dia en èste mundo. Paola L.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

La metáfora amable

El mundo está tenso, enrarecido. Casi todo lo que uno oye o lee es desagradable; y si no lo es, parece contener un inquietante presagio. A los felices veinte del pasado siglo les sucedieron los amargos treinta y los trágicos cuarenta. Latía extraño el hombre, y cuando el hombre late de ese modo, algo podrido cocina la historia. Cientos, miles de veces ha ocurrido así. Para Sísifo –siempre Sísifo–, al final del esfuerzo sólo está la derrota. Su modesto placer de coronar la cumbre es efímero y repetidamente inútil. No hay paz ni paraíso al cabo de la escalada; sólo desolación, tristeza, crueldad, destino… ¿Existe el destino? ¿Debe ocurrir siempre lo que siempre ha ocurrido? ¿Es de verdad la historia la brillante sustitución de la fatalidad natural por la libertad humana o es simplemente la metáfora amable de la ‘ordenada’ crueldad de aquélla? Las especies combaten, y se destruyen y sustituyen. ¿Y las culturas? ¿Y los pueblos del hombre?... ¿Qué de especial creímos ver en los h

El destino de las supernovas

. . Luz, ¡más luz! J. W. Goethe …somos polvo de estrellas C. Sagan La mayor parte de los átomos es vacío . Al cielo le ocurre algo parecido con la oscuridad. La luz es toda una excepción: un paseo puntual de diminutas y alejadas insolencias. Porque la luz es una insolencia, un atrevimiento, una osadía rodeada de sombras que, al cabo, revienta hastiada de tanta y tan constante hostilidad. Luego se esparce en la noche, como un raro prodigio, y siembra lugares y posibles miradas. Del agotamiento de la luz ante su empresa nacen rincones en la oscuridad, surgen otras diminutas y alejadas insolencias que miran al cielo y admiran su vencida hazaña. Eso dicen al menos los sabios que de aquélla saben. El hombre es la mies de una derrota, el pan de un desastre. Pero también el atleta que recoge el testigo de una rebeldía luminosa. El hombre es un héroe trágico que se obstina en la luz, como la luz se obstina en no ser su contrario. Supongo que es así porque si no, ser humano sería una indecenc

La tristeza de la inocencia

Por Julia y a su hijo Julio Me han llegado noticias tristes por ese golpe tan temido de los teléfonos, repentinos y traidores como es su costumbre. Un familiar lejano, una mujer, mayor desde luego, aunque eso... ¿qué importa? …Y  he pensado en uno de sus hijos; un niño detenido por la vida, varado en una luz de infantil inteligencia que oscureció la caprichosa divagación de un cromosoma y nació bendecido de inocencia interminable. He pensado en ese niño, que ha cumplido ya los años de los hombres, aunque no sus soberbias ni vanidades... Y he pensado en la tristeza y el abandono, un abandono en su caso más cruel por la distancia inmensa de los otros. He pensado en el desconcierto de su ternura mirándose al espejo; y en el estupor de su niña memoria ante el beso sin labios de su madre. Un río de pequeños recuerdos; tal vez, algunas lágrimas; un no saber, un  sí sufrir la soledad repentina, inexplicable...Y el dolor de su alma en carne viva golpeándose desconcertada