La última palabra,
la hazaña sin después que ocupará
mis labios.
El último acercarse
del alma a su intención de rara
eternidad.
El último refugio
para acoger la vida que aún
resista,
cercada y solitaria como nunca
lo estuvo...
¡La vanidad de un signo que se
creyó pensamiento!
Y aleccionar al día con su noche
inminente:
su larga oscuridad sin alborada,
sus ojos sin estrellas ni misterio,
sus besos sin noticia de la
carne...
Cuanto he sido, de pronto, entre
mis labios
mendigando una argolla donde colgar
su tiempo.
Y la ciudad, detrás de las
ventanas...
Y el ruido de las cosas con sus
nombres...
Y el trajín de la vida por las
calles...
De pronto, cuanto he sido
no tendrá más hogar que una
palabra.
Julio 2015
Precioso poema.
ResponderEliminar"¡ la vanidad de un signo que se creyó pensamiento! " Una vanidad merecida por otro lado, pues, sin ellas el hombre no se hubiera convertido en alguien capaz de modificar su mundo.
La primera palabra que decimos encierra amor y ternura; ¿cuál será la última de cada uno? ¿Qué palabra, después de haber desarrollado todo un lenguaje, un conocimiento y un pensamiento será la que cada uno escoja?
Lo dicho. Precioso tu poema, como no era de extrañar.
Un beso.
Como siempre, Susi, muchas gracias por tu amable lectura.
ResponderEliminarYo no sé si la palabra se merece la vanidad del pensamiento, lo que a veces sí creo saber es que la vanidad del hombre no se merece la palabra.
Gracias de nuevo y un beso
Puede ser.
ResponderEliminarUn beso
Hacía tiempo que no pasaba por aquí, y bien que lo siento, es una delicia, como siempre
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Capitán. Hoy ha sido un día de especial tristeza para mí, el último, también el "último", de los muchos que Dios concedió a mi padre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que la última palabra sea siempre de amor y esperanza.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Sin duda lo será.
ResponderEliminarUn abrazo con la misma fuerza.