Para ti, Gonzalo, y para todos los niños, que quiera Dios les permitamos llegar a ser la gente de paz que nosotros, después de todo, no fuimos.
...Porque es la noche después de
los escándalos, la noche respetada, la noche sin detalle en titulares ni señales
extrañas en el cielo... Noche pura, noche forjada de sí misma; de silencio, de descanso
en las ciudades del exceso; ajena a las hipérboles del hombre. Noche en que
sólo cabe la armonía de un piano y un nocturno; más en concreto, de este
nocturno de Chopin evocado en tantas imaginarias de mi alma ( *). Esta vez con un
guiño de complicidad hacia mi nieto porque, desde la breve historia de su año y
medio, gusta de sentarse en mis rodillas y atender con deliciosa seriedad a la
espléndida ejecución de Yundi Li que una vez más reproduzco. Sea pues para él,
para su hoy y su mañana, para el día aún no escrito en que pueda descubrir qué tenía esa noche que su abuelo llamaba la noche más hermosa.
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