El mundo es una
pesadilla. La vida es una pesadilla. El hombre es una pesadilla...
Me avergüenza
escribir. Todo acaba repugnando. Me da asco todo lo que rodea nuestro tiempo.
¿Verdad, Pescaito?
¿Verdad que a tus ojos de estrellas también le repelen los días que
embadurnamos con tanta maldad?
O a ti, Aylan, ¿verdad
que tus niños pulmones, cruelmente ahogados y ya en tanto olvido, reclaman
justicia a todos los hombres?
Y tú, oscura tristeza,
siempre sin nombre, con tu cuerpecito rodeado de moscas en un lecho sucio, ¿no
nos exiges a todos nuestra anónima parte de culpa?
A veces hasta
invocando “grandes ideas”, reventamos el alma a los niños. La madre que os…
¿Verdad, Mari Pili, que fuiste robada a los días que te correspondían con sólo
ocho años por un miserable estallido en un patio de paz donde estabas jugando?
Y días atrás, un
juicio en Godella... A unos padres de mierda y de vómito.
Y tantos... Y
tantos...
Y hoy… Maldito sea
hoy! Maldito sea el hombre que hizo maldito y vergonzante este hoy!
Pero todos los días
volvemos dóciles a las lindas palabras. En los Parlamentos, en los titulares,
en cualquier sitio, como aquí sin ir más lejos, cuando lo único decente que nos
queda ya es el silencio. No decir nada, no engatusar con horizontes de esperanza
nunca. Callar. Callar hasta que toda la mierda se nos pudra en la especie.
Y luego intentar recuperar un lugar digno en la escala animal. La de los ángeles ya está absolutamente fuera de nuestro alcance.
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