Apareció en esta Imaginaria en febrero de 2009. Pero se borró el audio. Este poema, como entonces decía, cerraba La asamblea de las sombras (Exlibris 1998) y visitaba en las galerías del alma los personajes con que, mal que bien, hemos hecho la vida. Hoy, sabe Dios por qué, he sentido un aldabonazo en la memoria y la necesidad de recordarlo. Agradezco una vez más a Bruckner que, desde el paraíso de su inmortalidad, no me reproche el amparo inmerecido de la Sinfonía n.º 7.
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