No son de ahora, pero me apetecía recordarlas, precisamente hoy que cumplíamos cuarenta y siete años de paralela complicidad. Hoy... ¡Vaya día para morir amigo mío! Yo creía que la inactualidad era un atributo ajeno al tiempo y la muerte... Yo creía que no podías morirte... ¡Menuda faena me has hecho! En fin, esto me pasa por tanto hablar con las palabras y tan poco con la gente. Te dejo aquí mi recuerdo -que es tuyo después de todo-: las soleares aquellas del único amor de tu vida.
He vuelto por un recibo
que una vez firmé en tus ojos
y tú has pagado al olvido.
Por eso –y por más– he vuelto
a pasear por tu calle
y recorrer mis desiertos.
Los días tuyos no están
donde debieron quedarse.
Se fueron con los demás.
Por decirlo que no quede;
al cabo, todos sabemos
lo poco que dura siempre.
Son cosas del corazón:
si al amor todo le sobra,
también le sobra el amor.
Yo he vuelto para cobrar
ese recibo que a ti
te dio por no conservar.
Me basta una transferencia
a los fondos del olvido.
Tú sabes cuál es la cuenta.
Y así quedamos en paz:
tú sin saber que yo he sido,
yo sin razón para amar.
2011 El Caballero Inactual
Bueno!!! No puede ser. Qué ha pasado? Es que a todo el mundo le ha dado por irse. No puede ser Antonio! No puede ser.
ResponderEliminarEso sí, si es que se ha ido, se ha ido con las soleares más bonitas que he leído en mi vida.
Un abrazo y ya puedes contarme en privado que demonios ha pasado.
Poco hay que contar, querida amiga. La última vez que hablé con él, hace poco más de un mes, se despidió muy literariamente. “En fin –me dijo–, “vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño”. Esas palabras hoy me parecen un cariñoso aviso que quiso hacerme, pues son algunas de las que pronuncia don Quijote poco antes de morir. Sin duda, era un gran “personaje”.
ResponderEliminarMuchas gracias, Susi, por tu visita y por tus palabras.
Un abrazo.