A Gonzalo, a Irene, a Héctor; algún día lo entenderéis
Somos --perdón, éramos-- animales temporales, los únicos animales temporales de la evolución biológica. Todos los seres vivos sostienen su naturaleza en una balsa de supervivencia acrónica. Por eso carecen de historia. Nosotros, sin embargo, somos los habitantes de la temporalidad. De tiempo se hacen nuestro renglones; de tiempo, nuestros párrafos; de tiempo nuestras amarguras y nuestras alegrías, de tiempo nuestros entusiasmos y nuestros desengaños. Somos narración, discurso, flujo forjado de consciencia y racionalidad; un lujo que la transformación infatigable del cosmos concedió a nuestra naturaleza para que él mismo pudiera entenderse y no sucumbiera a la ansiedad de su ciega inquietud.
Somos –perdón, éramos-- los terapeutas del caos, los encargados de orgnizar los días y las noches, los inviernos y los veranos, los ayeres y los futuros. Porque el tiempo es cronología, porque la cronología es orden, porque el orden es –perdón, era— la obligación de nuestra naturaleza…
Porque todo esto, porque la importancia de todo esto es lo que quieren negaros a vosotros, hijos de los hijos de los que ya olvido somos, los sectarios apóstoles de la pedagogía oscura.
8 junio 2022
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