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En Coslada, Madrid, treinta de enero.
Viernes de poca luz. Tras la ventana
el pálido telón de la mañana;
la niebla y la humedad... El día entero
robándome los ojos, prisionero
de su oscuro antifaz, de su desgana,
de esa pereza de mirar mundana
que no encuentra en el sol su mensajero.
Nada puedo contar sino que duele
la oscuridad, el frío, la agonía
de una luz que no está por donde suele,
de una luz indecisa de ser día…
Sólo la niebla hoy; aquí, en Coslada,
entre mi voz y el eco de la nada.
(30 enero 2009)
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En Coslada, Madrid, treinta de enero.
Viernes de poca luz. Tras la ventana
el pálido telón de la mañana;
la niebla y la humedad... El día entero
robándome los ojos, prisionero
de su oscuro antifaz, de su desgana,
de esa pereza de mirar mundana
que no encuentra en el sol su mensajero.
Nada puedo contar sino que duele
la oscuridad, el frío, la agonía
de una luz que no está por donde suele,
de una luz indecisa de ser día…
Sólo la niebla hoy; aquí, en Coslada,
entre mi voz y el eco de la nada.
(30 enero 2009)
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Pero quedó una tarde preciosa luego. Al menos por aquí.
ResponderEliminarAurora
¿Me equivoco, o es el primer soneto shakespeareano que te leo? Perfecto y precioso recipiente para glosar la niebla. Rotundo el pareado final, como William manda :-) Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarPues, si te digo la verdad, Aurora, por aquí no lo sé porque no he mirado a la ventana en toda la tarde. A lo peor, es que la niebla, como algunas procesiones, iba por dentro.
ResponderEliminarBesos.
Pues no, no te equivocas, mi atento amigo. Que por aquí hayan salido, creo que es el primero; que yo haya escrito en mi vida, el tercero o cuarto como mucho. Ha sido por variar.
ResponderEliminarGracias, Juan Manuel, y un abrazo.
Me voy a dormir soñando con Shakespeare entre la niebla de Coslada. Tú no has estado en Edimburgo y yo no he estado en Coslada, para que veas, pero como también soy un alma platónica "tengo su impronta gracias a la tentación de tu palabra". Cómo le sigo, no se quejará:-)
ResponderEliminarFelicidades por el soneto, Antonio.
Un beso.
Antonio, siempre me sorprendes. Vaya soneto nebuloso y a la vez esplendente. Un abrazo. En Cádiz, entre soles y sombras.
ResponderEliminarMira que no conocer Coslada, una ciudad con “lago”, como Méjico, más o menos. Bueno, si te soy sincero, la primera vez que me lo enseñaron creí que me estaban tomando el pelo. Comparativamente, el estanque del Retiro debería llamarse “Océano de Madrid”, porque el –aquí famoso– “lago” es como un charco de unos 50 cm. de profundidad y media docena de patos entusiastas. Vamos, que no te pierdes nada. En este caso un demiurgo es claramente insuficiente, se necesita un milagro, y Platón no está por esas extravagancias.
ResponderEliminarGracias, Olga, por tus palabras y tu leal “seguimiento” (aunque en el caso de esa cita, era yo el que os seguía por la brillante ruta de Antonio Rivero Taravillo).
Un beso.
Muchas sombras hay últimamente sobre esta tierra, Antonio; pero, descuida, en la Tacita de Plata siempre vence la luminosidad.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Un abrazo.
¡Coño, qué mal cuerpo se me ha quedado! No se me ocurre mejor piropo para ese enorme soneto. El último serventesio, sublime.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Jajaja...! ¡Lo siento, Tato! Para "animar" un poco te diré que hoy ha salido el sol.
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo.
Pasas la prueba del soneto al británico modo de forma perfecta, con lo difíciles que los los pareados finales. Claro que, siendo su autor quien es, no me extraña.
ResponderEliminarPor su austeridad, por su cotidianeidad, un soneto redondo. O rotundo, que viene a ser lo mismo.
La luz estaria por detrás. ¿levantaste alguna esquina de la niebla para comprobar que si, que ahí estaba?
ResponderEliminarUn placer leerte.
Muchas gracias, Juan Antonio, porque a mí, a pesar de la LOE, eso de pasar de curso con “sonetos” pendientes no me hace mucha gracia.
ResponderEliminarUn abrazo "caluroso" (que lo que hoy hace aquí es un frío del carajo; y perdón por la malsonancia).
Muchas gracias, "Dicenquedicenquedigo", por tus palabras. Y sí que la levanté... ¡Y sí que estaba! ...Pero no me hacía ni caso.
ResponderEliminarUn saludo
¡¡ Qué hermoso estrambote !!
ResponderEliminarUn beso
Gracias como siempre, Veridiana, aunque para estrambote le falte algo.
ResponderEliminarBesos.