. . Ocurre cuando otoño se olvida de tonterías y se acepta sin más, cuando deja de coquetear con lo que ya no puede ser y se decide a sí mismo, a la arrogancia melancólica de sí mismo, a los fríos improvisados, a las primeras lluvias. Ocurre una tarde cualquiera de temprano octubre si es un otoño serio y como Dios manda, o de octubre tardío –de octubre casi noviembre– si es un otoño-viejo-verde y galanteador, un otoño de ésos que tanto pasan últimamente porque, como todo, quiere alargar su verano más allá de lo posible. Ocurre de repente. Miramos a través de la ventana, y el día está en silencio. Llueve, y la luz no suena. Y el sol, el último sol del último verano, se hace nudo en la garganta del paisaje. Ocurre sin querer –quiero decir, sin que nosotros queramos– a lo largo de siempre. Miramos a través del alma, y el mundo está en silencio; y nosotros estamos en silencio… Y el sol, el último sol de la última hazaña inviable, se hace nudo en la garganta de la vida. Porque sabemos, co...